Momento salida del armario

Ya va a hacer casi dos años de mi salida del armario, bueno, en lo que a mi madre se refiere (y por extensión, un poco a mi familia). He de reconocer que fui un poco salvaje, que ni esperé el mejor momento, no tuve tacto… pero yo creo que ha tenido un buen fin (aunque supongo que no el mejor de los posibles).

Como ya dije, hace cosa de dos años fue cuando ocurrió todo. La verdad que llevaba ya un tiempo planteándome el decirlo a alguien, porque hasta ese momento nadie lo sabía por mí (quienes lo sabían era o por ser amigos de mi novio o porque yo ya los había conocido por medio del chat, y aunque esto ya implicaba el aceptar un poco la cuestión, no tiene para nada las implicaciones del que se enteren por uno mismo), pero nunca había tenido los huevos de hacerlo. Ya había dejado de esconderme tanto, lo cual ya conlleva a una forma pasiva de salir del armario, pero aún me aterraba el decirlo. Y si lo pienso, el motivo no era tanto que me pudieran rechazar por ser homosexual, maricón, gay o cualquier sinónimo que se le pueda ocurrir a uno (que en cierto modo me la suda), sino más bien por que me empezasen a considerar como a un ciudadano de segunda, menos hombre…

Pues bien, la noche antes del día D tuve una conversación con mi novio en la que me echaba un poco en cara que él me hubiera presentado en calidad de novio a su familia, mayoría de amigos, etc, y que yo no lo hubiera presentado a nadie de «los míos». En parte está que en mi etapa de «trabado» por el tema de ser gay me había distanciado de las amistades previas y evitaba establecer vínculos nuevos, por lo que tampoco es que hubiera mucho que presentar, aunque lo que había me daba vergüenza que lo supieran. Pues esa noche del cabreo que me cogí no pude casi dormir, y a casi a las siete de la mañana, aprovechando que mi padre se había levantado a hacer el desayuno, fui a la cama de mi madre y le solté la bomba.

– Mamá, te importa si puede venir un amigo mío a almorzar?
– Sí, claro, no hay problema.
– Y si te digo otra cosa no te enfadas? O sea, si te digo quién es no te enfadas?
– Qué ha pasado? No no, dime.
– Pues… Que ese… amigo, ehm… es mi… novio.
(Momento de silencio, y mirando cada uno al techo)
– O sea, que eres gay?
– Sí.
– Y quién más lo sabe? Nada, tú puedes ser lo que quieras, no pasa nada, pero que nadie se entere. A tu padre no se lo podemos decir, si no quieres que le dé algo (cuando yo creo que es mi padre el que en cierto modo mejor lo llevaría). Yo acepto que seas lo que seas, pero no deberías estar con nadie… Y a ver si vas a estar con uno hoy y con otro mañana… Y a ver si no te vas a coger un sida o algo de eso…
(Hombre, reconozco que no me esperaba un momento Walt Disney, pero tampoco me esperaba algo así. Como no me había planteado nada de lo que podría pasar, pues me quedé mudo, sin argumentos ni nada que decir. Lo único es que empecé a llorar como un gilipoya).
– Y por qué lloras? No seas bobo, yo sólo te digo eso. Y lo del almuerzo, mejor dejarlo para otro día, que hoy hay mucho jaleo en casa. Si eso, vayan a comer por ahí que yo invito.
(Sé que aquí me indigné un poco, me puse en plan víctima y me fui a duchar para irme a prácticas).

Después de ese momento, me pasé casi un mes sin poder mirarle a la cara, parte por vergüenza y parte por indignación. La verdad que me jodió bastante lo que dijo, hasta el punto de decirle que me arrepentía que hubiera ido a mi orla, que suponía algo que había sacado con mi esfuerzo, y que si ella se avergonzaba de mí, pues que preferiría que no hubiera ido a mi orla. A lo que me contestó que ella también se arrepentía.

Todo eso se me ha quedado bastante grabado, y aunque ya hace casi dos años de todo esto y aunque parezca que ya está superado, sé que algo ha quedado. La relación entre mi madre y yo se ha normalizado (mi novio incluso suele pasar los fines de semana en mi casa y todo), pero no creo que vuelva a ser como antes, tanto por ella como por mí. Reconozco que me ha marcado, que ahora soy más frío con ella, me da igual no pasar tiempo en mi casa, solemos discutir con cierta asiduidad… Pero bueno, todavía tengo que terminar de aceptarme para poder empezar a reprocharle ciertas cosas (no le quiero imponer que me acepte ni nada por el estilo, pero lo único que quiero es tener los mismos derechos que mis hermanos y también demostrarle que estaba equivocada en todos sus prejuicios).

En cuanto al resto de la familia, pues nada, mi padre no creo que sea bobo, y que una vez se indignara en los comienzos (después de haberlo dicho) porque me vio con mi novio con el brazo por encima, me indica que lo sabe, pero yo no he tenido el valor todavía de decirlo. Mi hermana creo que también lo sabe, parte porque mi madre le cuenta todo, y parte porque no creo que sea boba. Además, que una vez me dijo que «ustedes están juntos para lo bueno y para lo malo», así que si con eso no me quería decir que lo sabía… pues no sé yo. Y mi hermano, no sé si lo sabe, y por mí tengo muy claro que no se va a enterar (porque no se lo voy a decir, no porque me vaya a ocultar por él). Y sobre el resto de gente… Eso será otra historia 😛